Paloma Fernández Rodríguez (28 de octubre de 1989, Madrid). La capitana del Espanyol nos recibió en plena Plaza España de Barcelona para mantener una charla amigable. Hace cuatro años tomó la decisión de dejar el Torrelodones, el club de su vida, para dar un giro a su vida e irse a Barcelona a jugar al Espanyol. En la ciudad condal vive con su hermana mayor, que justo eligió destino tras aprobar la oposición de fiscal a la vez que Paloma decidió aceptar la oferta del club blanquiazul. La jugadora, que ha vivido hasta hace cuatro años en Hoyo de Manzanares, en la sierra de Madrid, nos cuenta cómo empezó su pasión por el fútbol, su etapa en el Torrelodones y su nueva vida en Barcelona. Actualmente, Paloma, con INEF y un máster en marketing deportivo a la espalda, trabaja en una tienda de Nike en plena Ramblas a la vez que juega en el club perico.
¿Cómo empezó tu pasión por el fútbol?
Desde pequeña hacía muchos deportes: fútbol, tenis, judo, karate, baloncesto…todos a la vez. Lo primero que hice más en serio fue tenis. Lo practiqué durante bastante tiempo, pero con 14 años o así encontré un equipo en el pueblo de al lado, el Torrelodones. Me metí y me encantó porque un deporte de equipo es más gratificante que uno individual que no tienes con quién compartir vivencias. Me encantó el Torrelodones y desde ahí.
¿En el tenis eras igual de buena que en el fútbol?
(Risas) Pues llegué a ser campeona de Madrid en categoría cadete, pero era muy muy sacrificado si querías dedicarte a nivel más profesional.
Tu hermana pequeña también juega al fútbol, ¿verdad?
Sí, jugó conmigo en Torrelodones. Era portera, dejó la portería y este año ha vuelto. Está ahora en Las Rozas.
¿Cómo es eso de jugar con tu hermana?
Está muy bien porque al final compartes parte de tu vida futbolística con la familia. Lo que pasa que como tienes más confianza que con otras compañeras, la gritas o hay más roce. De hecho, una vez me dejó inconsciente porque salió de puños. Yo iba a rematar, caí mal contra el suelo y me dejó inconsciente en el entreno.
¿Qué ha sido para ti el Torrelodones?
Mi vida. Ha sido el primer equipo que me dio la oportunidad de jugar- Y luego que allí he vivido el ascenso de Sub-16 a Primera Regional, ascenso a Preferente, ascenso a Nacional, descenso a Nacional y luego volver a la Segunda división. Es el club de mi vida y lo llevo dentro.
“El Torrelodones es el club de mi vida, lo llevo dentro”
Cuéntanos un poco cómo fue el descenso y esa parte menos buena de tu etapa en el Torrelodones
Del Torrelodones lo recuerdo todo bonito porque siempre ganábamos y era ascenso tras ascenso, pero es verdad que el año que descendimos empezaron a salir un poco los problemas. Al final sacas la experiencia. Si tienes un buen grupo humano, como el que teníamos, el descenso te une más y eso nos vino bien. Éramos muy niñas, yo tenía 17 o 18 años, entonces te curte en el plan de “oye esto es la parte mala”. Nos ayudó mucho para después cuando volvimos a ascender.
Y ahora, ¿tu mejor momento en el Torrelodones?
Puf… ¿solo uno? Creo que me voy a quedar con el segundo ascenso. Nos jugábamos la Liga contra el Atlético de Madrid en casa, íbamos empate a uno y metí gol en el 87′. Finalmente ganamos 2-1 y suponía ganar el partido y el ascenso.
¿Qué te ha servido de tu etapa en el Torrelodones a tu etapa actual en el Espanyol?
Buena pregunta… He tratado de ser igual en ambos equipos. Mi carisma lo he tenido tanto en el Torrelodones como en el Espanyol. Aquí en dos años me hicieron capitana…Supongo que será porque el liderazgo se lleva dentro.
Sí, porque dos años y capitana…
En el primero obviamente no lo fui, pero en el segundo hubo muchos cambios y mis compañeras me eligieron capitana. El intentar siempre dar ejemplo, el intentar hacer las cosas bien y ayudar a mis compañeras creo que lo llevo dentro.
¿Cómo surgió tu fichaje por el Espanyol y cuéntanos cómo decideste aceptar? Era cambiar de residencia y cambiar de vida prácticamente
En el penúltimo año que estuve en el Torrelodones tuve a un entrenador que se llama Susi, con el que nos fue muy bien. Al cabo de dos años, le fichó el Espanyol como entrenador y me dijo “Palo, ¿te vienes a Barcelona?”. Y yo le dije “¿qué dices? ¿estás loco?”. Y él me dijo que sí que sí, que había hablado al club de mí y que me iban a llamar. Me llamaron y en ese momento estaba un poco saturada en el Torrelodones y en mi vida. Nada me ataba a vivir en Madrid y dije pues mira me voy a Barcelona. Además, coincidió que mi hermana mayor aprobó la oposición de fiscal y lo más seguro es que le tocara como destino Barcelona. Y el mismo día que ella eligió destino yo le dije que sí al Espanyol y nos vinimos las dos. A lo mejor si mi hermana no se hubiese venido, yo tampoco. Pero la verdad que ha sido de las mejores decisiones de mi vida.
“Si mi hermana no se hubiese venido a Barcelona, a lo mejor no hubiese aceptado la oferta del Espanyol”
Oye, ¿qué tal el catalán?
Puc parlar català si vols (Risas) Lo llevo bastante bien. Escribirlo cero, entenderlo 80-90% y hablarlo un poco, lo que oyes, lo repites. No sé conjugar un verbo, pero lo que oigo, lo voy repitiendo.
Imaginamos que el fútbol no te da de comer, ¿cómo sobrevives en Barcelona?
Trabajo en una tienda de Nike en Las Ramblas. El año pasado y este son los primeros que he empezado a trabajar, antes estudiaba. Es una lástima que haya que compatibilizar el trabajo con el fútbol, pero yo lo llevo bien porque puedo compatibilizarlo. Es curioso que me gano la vida vendiendo camisetas del Barça, pero juego en el Espanyol.
“Es curioso que me gano la vida vendiendo camisetas del Barça, pero juego en el Espanyol”.
¿Te dan facilidades en el trabajo a la hora del fútbol?
Sí, sí. A mi jefe además le gusta tener a futbolistas dentro de su equipo de la sección de fútbol. Sabe que tenemos una serie de compromisos. Me da muchas facilidades.
¿Qué estudiaste?
INEF. Tenía muy claro lo que quería estudiar. Luego he hecho dos másters, uno de marketing deportivo.
¿Madrid o Barcelona?
No puedo elegir, sin duda. En cuanto a Madrid o Barcelona como ciudad, siempre digo lo mismo, Barcelona es más bonita, pero Madrid tiene algo especial.
“Barcelona es más bonita, pero Madrid tiene algo especial”
¿Cómo se lleva estar lejos de tu familia?
Al principio costaba más. Ahora ya tengo una vida hecha aquí, tengo unos amigos, unos compañeros de trabajo… Pero al principio no tienes eso, en Madrid está tu vida y claro quieres ir más, cada dos por tres estaba mirando cuando tenía libre para ir a Madrid, pero ahora ya es como “pues ya iré”.
¿Sueles ir mucho a Madrid o el trabajo y el fútbol te lo impiden?
Suelo ir cuando me deja el calendario que suele ser un fin de semana al mes o cuando jugamos contra el Rayo o Atleti que aprovecho y pido permiso para quedarme ya el fin de semana. La verdad que el AVE es un lujo, porque en dos horas y media estás en Madrid. Obviamente a mis padres les echo de menos día a día, pero también tengo la suerte de que mi padre me sigue donde sea y si juego en San Sebastián, ahí está él. Va a todos los partidos y gracias a eso se lleva mejor.
¿Qué opinas del fútbol femenino actual?
Este año y al final del anterior ya parece que empieza a arrancar con la entrada de La Liga e Iberdrola. Ha habido récord histórico con siete partidos televisados de ocho. Eso es lo que necesitamos. Es el camino.
¿Dónde te gustaría verte dentro de cinco años?
Me gustaría seguir jugando al fútbol y en el tema trabajo me encantaría saber cuál es mi trabajo ideal, pero no lo sé.
“Tengo la suerte de que mi padre me sigue donde sea y si juego en San Sebastian, ahí está él”.
¿Por qué el dorsal ’18’?
Lo he llevado toda mi vida. Llegué al Torrelodones a mitad de temporada y me dijeron “toma tu camiseta”. La miré, era el número 18, me fue bien, nunca quise cambiar de número y cuando llegué aquí, se quedó libre también el ’18’ y dije pues mira el ’18’. Lo podría cambiar, pero como siempre me ha ido bien pues para qué cambiar.
¿Supersticiones?
Puf. No acabaría si te las cuento todas. Tengo en la vida y en el fútbol. En el fútbol supongo que son rutinas, ponerme el calcetín derecho primero, la media derecha, la espinillera derecha, entrar al campo con el pie derecho. En cuanto empieza el partido, tocar el suelo, tocarme la bota derecha y santiguarme.